En Europa, hay una tendencia hacia la instalación de lo que se conoce como sistemas de calefacción de gran superficie, cuyo uso proporciona el mayor confort posible. Estos sistemas (instalados en el suelo o el techo) calientan grandes superficies de intercambio de calor a temperaturas que son solo un poco más altas que la temperatura de su entorno. La calefacción radiante de baja temperatura es el procedimiento por excelencia para alcanzar un entorno confortable para las personas. Por sus características, permite un sistema de calefacción económico. Con unas temperaturas lo más homogéneas posibles, limita al máximo el intercambio de calor de nuestro cuerpo con el entorno, limitando así sensaciones de calor o frío.
Una diferencia significativa frente a las llamadas fuentes puntuales de calor, es la distribución mucho más uniforme de las temperaturas en la habitación, reduciendo al máximo los movimientos de aire por convección y eliminando así la circulación de partículas de polvo o alérgenos en el ambiente. No consume oxígeno, ni genera humo y mantiene un nivel de higrometría uniforme.
